miércoles, 27 de mayo de 2015

Ye Olde Cheshire Cheese


 
Ye Olde Cheshire Cheese


Mi amada sobrina Luz Elena me envía un mensaje electrónico desde Londres. ¡Está en Londres! Andaba en Cambridge y no sabía ella si tendría dinero suficiente para visitar Londres. Pues ya está ahí, lo que me alegra profundamente. Escribo este párrafo el sábado 5 de marzo de 2016, y lo integro al texto que escribí hace varios meses. Pero antes incluyo la fotografía que LuzE acaba de mandarme, sabedora ella de mi pasión por Dickens...




Hablemos del capítulo 4 del libro II de Historia de dos ciudades, del inigualable Charles Dickens. Transcribo el párrafo donde Sydney Carton y Charles Darnay entran a Ye Olde Cheshire Cheese, taberna que sigue en pie en Fleet Street y que es posible visitar hoy.

"Drawing his arm through his own, he took him down Ludgate-hill to Fleet-street, and so, up a covered way, into a tavern. Here, they were shown into a little room, where Charles Darnay was soon recruiting his strength with a good plain dinner and good wine: while Carton sat opposite to him at the same table, with his separate bottle of port before him, and his fully half-insolent manner upon him."

"Y cogiéndole del brazo, le condujo por Ludgate Hill hasta Fleet Street, le hizo pasar bajo unos soportales y entró con él en la taberna. Allí los acomodaron en un pequeño reservado donde Charles Darnay no tardó en recobrar sus extenuadas fuerzas gracias a una buena cena regada con buen vino, mientras que Carton, sentado frente por frente a la misma mesa, con su botella de Oporto delante, bebía con aquel aire suyo medio apático, medio insolente."

La historia de la taberna Ye Olde Cheshire Cheese, ubicada en el 145 de Fleet Street, se remonta a 1538; pero padeció en carne propia el Gran Incendio de 1666, así que fue reconstruida en 1667, como lo señala el hermoso letrero de la entrada (la imagen con la que inicio esta entrega me hace pensar que la taberna tiene dos entradas y que la que aquí se muestra no es la de Fleet Street sino la del callejón del costado).

Muy cerca, en el 66 de la misma calle, 
hay otro lugar tan viejo como Ye Olde Cheshire Cheese: el Tipperary
construido en 1605, pero convertido en pub irlandés en 1700. 
Dicen que es posible que el Tipperary sea el primer pub fuera de Irlanda 
que sirvió Guiness. Antes de la Primera Guerra Mundial no se llamaba así, 
sino The Boar’s Head. Cambió su nombre en honor a la canción 
It's a long way to Tipperary, de Jack Judge, que en 1914 adoptó como himno 
uno de los batallones del ejército británico.

La taberna Ye Olde Cheshire Cheese adolece de escasa iluminación. Sin embargo, este inconveniente genera un entorno sombrío que a cierto tipo de personas nos parece no sólo encantador sino necesario para imaginar intrigas, confabulaciones y contubernios, o para entrever las sombras de dos entrañables personajes de Dickens: Carton y Darnay.

Un libro de cocina de Betty Crocker afirma que el mismo Charles Dickens acostumbraba comer o cenar welsh rarebit (conejo galés) en esta taberna. 

El welsh rarebit es un platillo hecho con queso cheddar, pan de trigo y otros ingredientes (cerveza, por ejemplo), que se sirve caliente y sobre una tostada. A pesar del nombre, no lleva conejo. Lo que pasa es que en el siglo XIX era costumbre entre los galeses pobres sustituir la carne (que no podían comprar) con queso, mientras que los ingleses pobres usaban el conejo como sustituto de la carne. Es decir, el queso de los galeses pobres es el conejo de los ingleses pobres (Dickens no es galés ni fue pobre, pero según Betty Crocker gustaba del welsh rarebit). 

Durante mi visita a Londres con mi amigo Juan Manuel
La doliente pobreza de muchos habitantes de la Gran Bretaña en los siglos XVIII y XIX, incluye a los migrantes franceses, que también se ven en la necesidad de crear una, cómo llamarla, gastronomía de la penuria, hecho que puede atisbarse en un párrafo del capítulo 6 del mismo libro II (estamos en casa del doctor Manette, no lejos de la plaza de Soho, y el narrador habla de las costumbres culinarias de la señorita Pross -ama de llaves, dama de compañía y cocinera del doctor y de su hija Lucie):

"Y como las amistades de la señorita Pross eran de carácter eminentemente práctico, había efectuado correrías por el Soho y zonas adyacentes en busca de franceses empobrecidos, quienes, tentados por chelines y medias coronas, hacíanla partícipe de misterios culinarios. De estos hijos e hijas de la Galia venidos a menos, había adquirido artes tan portentosas que la mujer y la muchacha que integraban el servicio doméstico teníanla por una hechicera, o por la madrina de Cenicienta, que mandaba por un pollo o un conejo, o un par de hortalizas al huerto, y lo transformaba en lo que le placía." 

Podemos suponer que el conejo galés pertenece a esa gastronomía de la penuria que muchos hemos practicado en largas temporadas de vacas flacas.

DOS NOTAS FINALES

1. El etimologista Michael Quinion advierte que rarebit no es un antecesor lingüístico de rabbit, pero tampoco es un eufemismo para esconder el mensaje oprobioso del término welsh rabbit. Es más probable –opina Quinion- que rarebit sea un simple barbarismo.

2.  En cuanto al "ye" de nuestra taberna, dejo aquí lo que señala Wikipedia: Ye is (...) sometimes used to represent an Early Modern English formof the word "the". El período de la lengua inglesa al que se refiere Wikipedia va del siglo XV al siglo XVII.

martes, 26 de mayo de 2015

La casa de John Keats


Visitaremos la casa que John Keats habitó entre 1818 y 1820 en Hampstead gracias al apoyo de su amigo John Brown.  Hampstead se encuentra a seis kilómetros al noroeste de Charing Cross. Forma parte del borough (burgo) londinense de Camden. Del Best Western Corona a la casa de Keats se hace una caminata de dos horas. 

Con veinticuatro años de edad y ya con alarmantes signos de tuberculosis, John Keats escribe su Ode on a grecian urn en 1819, el mismo año en que su amigo Percy B. Shelley escribe Song of the men of EnglandTraduce Gregorio Díaz Ducca:


Men of England, wherefore plough 
for the lords who lay ye low?
Wherefore weave with toil and care
the rich robes your tyrants wear?

Hombres de Inglaterra, ¿por qué arar
para los señores que os tratan mal?
¿Por qué tejer con trabajo y cuidado
los ricos ropajes que usan vuestros tiranos?

Mientras, Keats canta a una urna griega. Traduce Julio Cortázar:

Thou still unravish'd bride of quietness,
thou foster-child of silence and slow time,
sylvan historian, who cans thus express
a flowery tale more sweetly than our rhyme:
what leaf-fring'd legend haunts about thy shape
of deities or mortals, or of both, 
in Tempe or the dales of Arcady?
What men or gods are these? What maidens loth?
What mad pursuit? What struggle to escape?
What pipes and timbrels? What wild ecstasy?


Tú, todavía virgen esposa de la calma,
criatura nutrida de silencio y de tiempo,
narradora del bosque que nos cuentas
una florida historia más suave que estos versos.
En el foliado friso, ¿qué leyenda te ronda 
de dioses o mortales, o de ambos quizá,
que en el Tempe se ven o en los valles de Arcadia?
¿Qué deidades son ésas, o qué hombres? 
¿Qué doncellas rebeldes?
¿Qué rapto delirante? ¿Y esa loca carrera? ¿Quién lucha por huir?
¿Qué son esas zampoñas, qué esos tamboriles, ese salvaje frenesí?

John Keats (1795-1821)

En 1811, con apenas 19 años de edad, Shelley había escrito y publicado un pequeño tratado sobre La necesidad del ateísmo. Ahora, a sus veintisiete, se lanza iracundo e indignado contra los zánganos que beben la sangre del pueblo, y pregunta a sus compatriotas: ¿O qué es lo que compráis a tan alto precio con vuestro dolor y con vuestro miedo? Mientras, Keats reflexiona sobre la fugacidad de la vida, sobre la inminencia de la muerte y sobre los indicios de que el amor es una dimensión frágil incapaz de redimirnos. El poeta observa un detalle en la urna y entiende que lo que queda de la vida es sólo el arte que la reproduce: es un joven que con canciones busca el amor de una muchacha. La imagen ha dejado fijo el instante del ruego:

Fair youth, beneath the trees, thou canst not leave
thy song, nor ever can those trees be bare;
bold lover, never, never canst thou kiss,
though winning near the goal yet, do not grieve;
she cannot fade, though thou hast not thy bliss,
for ever wilt thou love, and she be fair!

Bello doncel, debajo de los árboles tu canto
ya no puedes cesar, como no pueden ellos deshojarse.
Osado amante, nunca, nunca podrás besarla
aunque casi la alcances; mas no te desesperes:
marchitarse no puede aunque no calmes tu ansia,
¡serás su amante siempre, y ella por siempre bella!

Percy B. Shelley (1792-1822)

Shelley cierra magistralmente su invectiva:

With plough and spade and hoe and loom
trace your grave and build your tomb
and weave your winding-sheet till fair
England be your sepulchre.


Con arados y palas, con telares y azadas,
trazad vuestras sepulturas, haced vuestras tumbas,
y tejed vuestras mortajas, hasta que la bella
Inglaterra sea vuestro sepulcro.

Por su parte, Keats concluye –como lo hizo Chateaubriand veinte años antes, en El genio del cristianismo- que la belleza es verdad y la verdad belleza.

Nada más se sabe en esta tierra y no más hace falta.



domingo, 24 de mayo de 2015

Samuel Johnson

Why, Sir, you find no man, at all intellectual, who is willing to leave London. No, Sir, when a man is tired of London, he is tired of life; for there is in London all that life can afford. 

24 de mayo de 2015. Comienzo esta bitácora porque dentro de cuatro meses y una semana visitaré Londres con mi amigo Juan Manuel Ramírez Belloso. LONDRES A LOS 60 me dispondrá mental y espiritualmente para el encuentro con una ciudad que siempre ha estado en mi imaginación y en mis deseos más profundos, como París, que conocí en enero de 2014, en compañía de mi amada sobrina Luz Elena, de su esposo, el gran Jovic Preciado Journaux, y de mi venerado sobrino nieto José Agustín.

La portada reproduce Reflexiones sobre el Támesis, óleo del pintor John Atkinson Grimshaw (1836-1893). Espero tener la oportunidad de tomarme una foto que imite la escena pintada por este exquisito paisajista en 1880.

Ahora ando en la revisión de lecturas que nos servirán como guías angelicales o Virgilios comedidos de nuestro viaje. Entre ellas, Dickens, por supuesto, aunque sé que el Londres descrito en novelas como Oliver Twist ya no existe, y menos el Londres que sirve de escenario a Historia de dos ciudades. Algo ha de quedar, digo yo.

Y ya que hablo de Historia de dos ciudades, vayamos al siglo XVIII y anotemos una fecha: 20 de septiembre de 1777. Ese sábado, Samuel Johnson conversa con su amigo James Boswell (a la postre su biógrafo) sobre la conveniencia o la inconveniencia de vivir en Londres, a riesgo de "cansarse" de la ciudad. Johnson dice londonfílico: "El hombre que se cansa de Londres, en realidad está cansado de la vida."



Alguien podría acusar a Johnson de londinense arrogante. Nosotros no lo haremos, porque sabemos que Johnson nació en Lichfield.

A ver qué logramos agotar en una semana.