martes, 26 de mayo de 2015

La casa de John Keats


Visitaremos la casa que John Keats habitó entre 1818 y 1820 en Hampstead gracias al apoyo de su amigo John Brown.  Hampstead se encuentra a seis kilómetros al noroeste de Charing Cross. Forma parte del borough (burgo) londinense de Camden. Del Best Western Corona a la casa de Keats se hace una caminata de dos horas. 

Con veinticuatro años de edad y ya con alarmantes signos de tuberculosis, John Keats escribe su Ode on a grecian urn en 1819, el mismo año en que su amigo Percy B. Shelley escribe Song of the men of EnglandTraduce Gregorio Díaz Ducca:


Men of England, wherefore plough 
for the lords who lay ye low?
Wherefore weave with toil and care
the rich robes your tyrants wear?

Hombres de Inglaterra, ¿por qué arar
para los señores que os tratan mal?
¿Por qué tejer con trabajo y cuidado
los ricos ropajes que usan vuestros tiranos?

Mientras, Keats canta a una urna griega. Traduce Julio Cortázar:

Thou still unravish'd bride of quietness,
thou foster-child of silence and slow time,
sylvan historian, who cans thus express
a flowery tale more sweetly than our rhyme:
what leaf-fring'd legend haunts about thy shape
of deities or mortals, or of both, 
in Tempe or the dales of Arcady?
What men or gods are these? What maidens loth?
What mad pursuit? What struggle to escape?
What pipes and timbrels? What wild ecstasy?


Tú, todavía virgen esposa de la calma,
criatura nutrida de silencio y de tiempo,
narradora del bosque que nos cuentas
una florida historia más suave que estos versos.
En el foliado friso, ¿qué leyenda te ronda 
de dioses o mortales, o de ambos quizá,
que en el Tempe se ven o en los valles de Arcadia?
¿Qué deidades son ésas, o qué hombres? 
¿Qué doncellas rebeldes?
¿Qué rapto delirante? ¿Y esa loca carrera? ¿Quién lucha por huir?
¿Qué son esas zampoñas, qué esos tamboriles, ese salvaje frenesí?

John Keats (1795-1821)

En 1811, con apenas 19 años de edad, Shelley había escrito y publicado un pequeño tratado sobre La necesidad del ateísmo. Ahora, a sus veintisiete, se lanza iracundo e indignado contra los zánganos que beben la sangre del pueblo, y pregunta a sus compatriotas: ¿O qué es lo que compráis a tan alto precio con vuestro dolor y con vuestro miedo? Mientras, Keats reflexiona sobre la fugacidad de la vida, sobre la inminencia de la muerte y sobre los indicios de que el amor es una dimensión frágil incapaz de redimirnos. El poeta observa un detalle en la urna y entiende que lo que queda de la vida es sólo el arte que la reproduce: es un joven que con canciones busca el amor de una muchacha. La imagen ha dejado fijo el instante del ruego:

Fair youth, beneath the trees, thou canst not leave
thy song, nor ever can those trees be bare;
bold lover, never, never canst thou kiss,
though winning near the goal yet, do not grieve;
she cannot fade, though thou hast not thy bliss,
for ever wilt thou love, and she be fair!

Bello doncel, debajo de los árboles tu canto
ya no puedes cesar, como no pueden ellos deshojarse.
Osado amante, nunca, nunca podrás besarla
aunque casi la alcances; mas no te desesperes:
marchitarse no puede aunque no calmes tu ansia,
¡serás su amante siempre, y ella por siempre bella!

Percy B. Shelley (1792-1822)

Shelley cierra magistralmente su invectiva:

With plough and spade and hoe and loom
trace your grave and build your tomb
and weave your winding-sheet till fair
England be your sepulchre.


Con arados y palas, con telares y azadas,
trazad vuestras sepulturas, haced vuestras tumbas,
y tejed vuestras mortajas, hasta que la bella
Inglaterra sea vuestro sepulcro.

Por su parte, Keats concluye –como lo hizo Chateaubriand veinte años antes, en El genio del cristianismo- que la belleza es verdad y la verdad belleza.

Nada más se sabe en esta tierra y no más hace falta.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Ticket to ride